Extraño sentir, fuerzas externas, emociones destiladas, conclusiones confusas y en busca del balance con la estrategia posiblemente errada, enciende la llama de la incertidumbre y el descontento del alma.
Mi estado mental, no permite la costumbre, más bien desea ser libre y navegar por las noches, montado sobre el coche de tu mirada inconsciente con la figura silvestre de este corazón cobarde.
La fortuna lejana anhela su regreso al castillo de arena, que como lo recuerda, era bañada de aguas de sales tropicales y sus olas las abrazaban dulcemente aun en las tinieblas de una fría noche.
Recuerda la reina y su princesa, la forma en que vestían sus preciosas joyas, sacadas del cofre de la fortuna. Recuerda como la reina y su princesa luchaban para lucir las más bellas y como sus joyas amaban lucirse sobre ellas.
El príncipe en el castillo de arena húmeda y dura, solía brillar cada una de las joyas del tesoro y las hacía brillar al Sol. No gustaba usar las joyas, pero le encantaba verlas brillar sobre sus damas. Recuerda además, que ya no estaba en el castillo de arena y su brillo lentamente se había perdido, no tiene quien las haga brillar, ni puede ver al Sol en donde se encuentra, puesto que los piratas de sus playas las había escondido profundamente debajo de la tierra, en donde sólo puede oír su propio hueco.
Hasta ahora, vive de los recuerdos y de la esperanza de que su príncipe, convertido en rey, algún día encuentre el mapa que la guiará hacia ella, para que todo esté en orden nuevamente: la princesa bailando, la reina celebrando y su príncipe haciéndola brillar en todo momento, hasta la nueva eternidad.
Alojado por la lucidez del despertar, el viejo sabio regresa. ¿Cuánto más ha de esperar su regreso, una vez que haya cogido su vuelo? Llantos y aullidos de una noche oscura lo envejece y lo vuelve menos sensible, más aburrido del estar en el presente, lo recuerda más de un pasado que ya no existe, y lo lleva a dormir hasta el futuro en el cuál quizás su alma pueda vivir en paz.
Sentado sobre su mesa de estudio, apoyado de la madera con sus manos, mira fijamente una luz encendida y piensa: ¿Por qué los insectos buscáis estas luces? Él mismo se responde: ¡Para estar seguros hacia donde van! Se da cuenta que mientras más se concentra en esta luz, más débiles se vuelven sus ojos y menos pueden ver a su alrededor. ¿Qué pasa si se apaga? Se pregunta el sabio, entonces se dirige al interruptor, y lo acciona. Como había ponderado, los insectos ya no estaban, no se escuchaba su volar incesante.
El viejo sigue su camino hacia su cama, cuando de repente cae, tropezando con la misma mesa sobre la cual estuvo apoyado, momentos antes. Otra pregunta surge: ¿Yo conocía que esta mesa estaba aquí? Sí, se contesta. ¿Estoy loco? No, estoy ciego, no puedo ver sin la luz. En seguida se levanta, y enciende una vela con el último fósforo que guardaba para su pipa, aunque angustiado por el sacrificio, sigue alegremente hacia su dormitorio.
Dándole gracias a su creador por su vida completa, el viejo está listo para un nuevo sueño hibernal. Lo único que molestaba, eran los insectos volando cerca del fuego que había encendido la vela, lo que proporcionaba luz nuevamente. Observando estos, ve que hay unos tantos quemados sobre el porta-velas y piensa: ¡Qué torpes, han volado muy cerca de la luz, han querido disfrutar tanto de ella, hasta que murieron por su causa! Nuevamente, el viejo sabio despide la noche con una soplada al fuego, y se desvanece junto al humo que emerge de la llama extinguida, con tan solo el suave viento que brotaba de sus labios. No más luz, no más insectos, todo es silencio y nada es eterno.
La vida no es una elección que se puede dejar atrás a nuestro antojo. El solo hecho de estar aquí en la tierra, deja rastro de que ya somos triunfadores, desde antes de nacer por haber ganado la carrera en el vientre de nuestras madres.
Con todas sus complicaciones, altas y bajas, la vida es hermosa; de no ser por estas dificultades, la vida no tendría sentido. ¿Quién dijo que esta existencia sería fácil? Yo no he visto el primer contrato que afirme lo anterior.
Es increíble que en nuestra sociedad, en el año 2001, la tasa de suicidios fue apenas de 1.8, representando una mujer y un hombre. No tengo información de cuánto será ahora, sin embargo, aun no puedo creer que tú formaras parte de esta población.
La vida es un reto,es un fenómeno que reta tus habilidades y aptitudes, y si trabajas con ella, saldrás con más conocimientos, habilidades, aptitudes, experiencias hermosas… ¡Qué pena que te rendiste! ¿Quién sabe a dónde habrías llegado?
Entiendo que no leerás lo que te escribo, sin embargo es mi única forma de expresar mi enojo contigo en estos momentos, siempre te vi como un joven excepcional y de verdad eras educado, de buena moral, aplicado en tus estudios y lleno de vida. ¿Por qué acabaste con ella?
No hay nada más que decir que buen viaje querido compañero, te recordaré siempre en cada persona con potencial para cometer tu último error.
Para todos nosotros que quedamos aquí, es un llamado a la unión. Si nuestro compañero lo hizo, otro también lo podrá hacer. Es hora de tumbar las barreras que nos alejan y construyamos un puente de amistad y acogimiento, en vez de “curarnos” con los defectos que otra persona pueda tener.
“Tan sólo hay que morir para alguien nos ame”… Amémonos en el presente, mientras estemos aquí sobre la tierra, respirando el aire fresco que Dios nos brinda cada día.